Me despierto con ganas de quedarme más en cama, pero Jóse quiere desayunar por lo que todo el mundo al desayuno.
Desayuno algo más de lo normal, jeje. La verdad es que me sorprendo que no comer más. Todos estamos contentos y con mucha moral. Incluso Jóse a pesar de tener que abandonar.
Terminamos de desayunar y directos a la habitación. El plan es recogerlo todo, salir de la habitación a las 10 (normas del hotel, ¿?) y directos a la piscina, a soltar y nadar un poco.
Aunque me noto cansado, tengo ganas de hacer cosas, como si no me hubiera llegado el ironMan de ayer. Empiezo a nadar y empiezo a sentirme bien y dando vueltas hasta que llegan niños, lo que hace que ya no pueda nadar, ya que ellos van a su bola y no miran si hay alguien nadando, con lo que me voy a la pequeña, a la calentita, que allí están Jóse, Santi y María relajándose. Yo me relajo, pero estoy inquieto, estoy pensando, en mi mundo.
Me encanta la ultradistancia pero mi cabeza no asimila tantos agobias de tantas carreras. Quizás me las debería tomar más tranquilas, solo a acabarlas, pero no lo se. Me viene a la cabeza que en dos meses tengo las Cien millas vascas y solo de pensar e porrón de horas que tardaré en hacerlas me entra más agobio. Espero que en este tiempo que me queda poder entrenar mejor, más y sobre todo, amueblar la cabeza, que le hace falta. Todo esto me afecta no solo en lo deportivo, sino también en lo emocional.
Tras despedir a Javi y Marina, nosotros nos duchamos, cargamos todo en la furgoneta y enfilamos rumbo Mordor (Madrid). No hay ganas de irse, pero demorarlo sería peor. Entre sueños y cabezadas llegamos a Moya para comer, tarde, pero al menos comer. En mi caso, un plato combinado de huevos, filete y patadas fritas. Me sienta muy bien.
Apenas queda nada para llegar, pero como siempre, se hace largo lo que queda. Parece que no termina de llegar. Pero como siempre, por fin se llega. Cambiar las cosas de vehículo y tras despedir a Jóse y a María, me llevo a Santi a su casa. Soltarle a él también, jeje, y por fin a mi casa, que hay ganas de llegar.
Aunque me encuentro vacío, estoy con fuerzas, loq ue hace que suba todo rápido, deshaga maletas y haga algunas cosillas más.
El fin de semana de acaba, deportivamente hablando cumplido, pero muy agobiado de cabeza. Ahora toca descansar el cuerpo y sobre todo, tratar de soltar "mierda" de la cabeza para que pueda domarla.
Me encanta oirte eso de "... me las deberia tomar más tranquilas"..¡¡¡ pue si, la verdad!!! Demasiadas carreras, con demasiada exigencia y en demasiado poco tiempo...Cuidate, corazón.
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